La Fuerza del Destino
¡Hola!
Me da muchísimo gusto saludarte nuevamente y tomar un momento para agradecerte. Simplemente tener la certeza de que estarás del otro lado de la pantalla leyendo estás palabras nos conecta en un mismo mundo. Y ese es y siempre ha sido el propósito de este espacio.
Con todo lo que estamos viviendo recientemente, y mientras nos acostumbramos a un mundo nuevo, me gustaría compartirte una historia que me sucedió.
Hace un par de meses abrí un restaurante con una amiga que quiero mucho. Jamás imaginé que en mi destino estaba conocer más acerca del universo culinario y todo lo que conlleva poner un restaurante a funcionar. Simplemente nos pusimos las pilas y en menos de dos meses estábamos listas para abrir.
La idea se dio mágicamente: una tarde, platicando con ella dijimos al aire, "¿y si ponemos un negocio que no tenga nada que ver con a lo que normalmente nos dedicamos?" Nos decidimos por abrir un restaurante con la especialidad del Teriyaki, y unos días después encontramos la ubicación ideal. Hablamos al número y dimos rápidamente con el dueño; nos vimos con él y enseguida llegamos a un acuerdo. Todo fluyó.
Trabajamos como hormiguitas (así nos decimos) y Dios, ¡cómo trabajamos! La verdad, sabíamos que el nivel de esfuerzo sería alto, pero no sabíamos que le entraríamos hasta a la plomería. Ella y yo pintamos las paredes con nuestras manos y así con todo el proyecto. #girlpower
(Así nos quedó)
(Así estaba)
Llegó el día de la inauguración con amigos y familiares, y aunque tuvimos los imprevistos que nunca faltan, fue todo un éxito. Esa misma noche decidimos permanecer abiertos hasta las 3 a.m. porque a una cuadra es la zona de los antros de la ciudad y queríamos probar el tráfico peatonal que sucede a esa hora. Dicho y hecho, unas horas después estábamos a reventar, no nos dábamos abasto. Por suerte, el hermano de mi amiga había viajado para ayudarnos; sin él, nos hubiéramos desmallado.
Fue así que comenzamos a operar siete días a la semana, y los fines de semana abiertos hasta la madrugada. Comenzaban a entrar caras nuevas y por suerte caras repetidas también; yo que mayormente he estado como cajera he disfrutado tanto conocer a nuestros clientes. Obviamente, siempre olvido guardar la compostura y NO CANTAR. De pronto me suelto y me sorprenden mis empleados diciéndome, “Señorita, canta usted muy bien, ¿no ha pensado meterse en X-Factor o algún programa de ese tipo?"
Cabe mencionar que una de las cosas que me propuse con este proyecto es crearme un alter-ego: ahí NADIE sabe nada de mi carrera artística ni se imagina quiénes son mis padres. Sin embargo, yo canto involuntariamente cuando lo siento y todos opinan que debería de incursionar en el mundo musical.
Es aquí donde comienza otra historia que quiero compartirles...
Un día, entró al restaurante Adrián, quien trabaja en la ciudad de Pasadena aquí en California, justamente en el mismo vecindario donde está ubicado nuestro local. Desde que probó nuestro Teriyaki, no ha dejado de volver. Desde el principio nos caímos súper bien porque él enseguida se interesó en nuestra historia y yo hice lo mismo con él. Resulta que en una de sus tantas visitas me escuchó cantar y dijo: “¡Oye, cantas bien! ¿Te animarías a cantar una canción que quiero hacer?”
Para esto, ya empezaba la cuarentena y mi socia y yo estábamos debatiendo si valía la pena continuar con el local abierto en medio de la pandemia o no. Adrián venía seguido a hablar conmigo sobre nuestras teorías sobre el COVID-19 y nos parábamos afuera del restaurante a contemplar la tranquilidad urbana repentina. Nos divertíamos mucho porque vemos el mundo de una forma parecida. Él siguió insistiéndome sobre grabar mi voz para la famosa canción de la cual no me quería decir el nombre hasta que aceptara grabarla; solo me decía que era de los años 80 y que no entendía como ningún famoso le había hecho el cover, sobre todo en estos tiempos.
Yo me decía a mí misma: ¿Será que le grabo la rola y listo? ¿Se enterará que soy una cantante encubierta cuando escuche mi voz grabada? ¿Sabrá algo de mí y se estárá haciendo el tonto? Y si acepto grabarla, entonces él la editará y y no tengo idea de cuál será el producto final...
En fin, me hacía mil preguntas, pero dentro de mi corazón siempre sentía que debía darle una oportunidad a esa situación. Así que acepté su propuesta y llegó la pista a mi correo electrónico; la canción famosa era “Nothing’s Gonna Stop Us Know” del grupo Starship. En su correo, él me preguntaba muy atentamente si sabía grabar, si tenía un micrófono, si necesitaba ayuda, si sabía que debía hacerlo en un lugar silencioso, etc. También me confirmaba que si me desafinaba o algo, él arreglaría todo. Yo con cada comentario que me hacía me enamoraba más de la experiencia que estaba viviendo; él no tenía idea y yo disfrutaba de su ilusión.
En este punto de la historia, llegó el momento de confesarle a Adrián la verdad y así es como se entera de mi vida musical unas semanas después de haberme mandado la canción terminada:
Yo esperaba un video mas romántico la verdad jejejeje pero él quería que apagáramos la cámara.... (penoso el muchacho)...
Y aquí les dejo Nothing’s Gonna Stop Us Know (Adrián feat. Ana) - una canción que nos inspira y nos recuerda que unidos somos mas fuertes.
Historias así permanecen en nuestro corazón toda la vida... al compartirla con ustedes se hace aún más memorable.
No olviden dejarme sus comentarios, como siempre es un deleite leerles y en este caso estoy segura que Adrián disfrutará muchísimo leerles también.
También los invito que que sigan las cuentas oficiales de YAKI Walk-in Teriyaki.
YAKI Walk-in Teriyaki en Google
Besos y gracias por ser mis #AlasdeAV
Con todo mi amor,